dijous, 22 de novembre del 2007

Per als que encara no han aconseguit el seu exemplar...

Aci teniu a la nostra amiga Wilma, de nou a les portades.
R'6

dijous, 15 de novembre del 2007

Plain White T's - Hey There Delilah

El Romaneta l'estava buscan, vinga ja l'he trobat, Plain White T's - Hey There Delilah
Un numero 1 que encara no ha sonat en els 40, però que sense cap dubte ho farà...



A mi tb m'agrada...

dimarts, 13 de novembre del 2007

La Historia de la Twenty by Galiano

¡¡Hola amiguitos!! Mucho se ha hablado pero poco se ha escrito sobre lo que ocurrió aquella terrible noche de infausto recuerdo, en la que ciertas personas estuvieron a punto de perder algo más que la vida. Para algunas de esas personas que, para evitar polémicas enunciaremos como señor X1, señor X2, señor X3 y señorita Y, el mero hecho de oir pronunciar la palabra Twenty provoca temor y temblor, ya que evoca el recuerdo de un suceso tras el cual ya no volverían a ser los mismos nunca más.

Así que, La Bodegueta, con una clara vocación de enunciar la verdad y evitar falsas leyendas urbanas, os muestra la historia tal y como ocurrió. Sin censura, sin cortes. Pero también advierte que se pueden herir sensibilidades en sensibilidades “heribles”.

Sólo ahora y después de este momento estamos preparados para narrar:

(¡¡¡¡Ta-ta-ta-chán!!!!)

LA HISTORIA DE LA TWENTY

Todo empezó una noche de fin de semana en la que un intrépido grupo de jóvenes monoveros (desde X1 hasta X6), hartos de la monótona cotidianidad de los últimos fines de semana, decidieron probar algo novedoso que rompiera el tedio y el hastío dominante. Con lo que, coches en ristre, partieron a cierta vecina localidad para cenar en cierto restaurante italiano, regentado por unos camareros que se pasaban todo el rato Chucurruc chucurruc sin parar de hablar y obsesionados con que les compraras una botella de todo lo que te daban a probar (se cree que uno de ellos era butanero). Una vez superado el postre, cuando los taponazos de Limonchelo empezaron a hacer su devastador efecto, surgió la inevitable pregunta: “I ara on anem”, a lo que le siguió la fatídica respuesta “Anem a Novelda (...)”. Ninguno de los presentes podía imaginar las terribles consecuencias que esas tres aparentemente inocentes palabras iban a tener para el devenir de nuestra historia. Pero antes de nada se hizo una escala en Monóvar para recoger al señor M y luego partir hacia un viaje (posiblemente) sin retorno.

Después de un plácido viaje hasta Novelda, en un coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior, la primera parada fue en un pub de mierda cuyo nombre no quiero recordar, que estaba casi vacío y en que la música era la misma mierda que ponen en el Master pero multiplicada por 200 ( es decir, 200 x Master = pub de Novelda). Ante tal pesadumbre, la frase de la noche no tardo ni cinco minutos en ser pronunciada: “Eh, i si anem a la Twenty?”. Y cuando el señor M acabó de pronunciar la palabra “T....y”, un relámpago inundó de luz ese pub de mierda en el que nos encontrábamos, a cuya música ya hemos hecho referencia y que nos permitió darnos cuenta de que alí ya no quedaban ni los camareros. En un instante en el que los taponazos de Limonchelo aún no se habían asimilado del todo, la euforia del momento y las ganas de marcha hicieron que la respuesta fuera al unísono: “Eh, va anem”. Qué ilusos fuimos, no podíamos ni imaginar la terrible argucia que el destino nos había preparado. Todos los acontecimientos se iban desarrollando como si estuvieran predestinados y no hubiera posibilidad de vuelta atrás, como piezas de dominó imposibles de detener.

Una vez en la “T....y”, la primera putada del destino es que para entrar te dan una tarjetita para que pidas tu consumición en la barra (lo que se conoce por “consumición mínima”). Pero joder, lo maquiavélico del asunto es que esa “consumición mínima” es de ¡¡5 €!!. Su puta madre, 5 € por una botella de agua, o un Nestea o una simple cerveza. Luego, la música no era tan mierda como en ese pub anterior, pero sí mantenía un nivel de asquerosidad aceptable, sobre todo por su alto volumen (digno de cualquier maquinero/bakalaero). La fórmula sería (Master / 2 = T....y).


Los minutos iban pasando, los oídos se iban resquebrajando y llegó el momento de partir hacia nuestra añorada patria. Al salir de la “T....y”, el grupo formado por el señor X1, señor X2 y señor X3, que se dirigían a un coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior vio roto el equilibrio por una presencia, de repente ahí estaba ella, nadie sabía quién era ni de dónde había salido pero allí estaba como una súbita aparición, era la misteriosa señorita Y. ¿Quién era? ¿De dónde había salido? ¿Porqué, de repente, se encontraba subiendo a ese coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior? Todo eso nunca lo sabremos, lo único cierto es que, desde que se cerró la última puerta de ese coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior, la señorita Y empezó a hablar: “Chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc”. Impresionante, no podía callarse, era como una máquina puesta a toda velocidad, sin botón de Stop, la locura se apoderó de la situación; el señor X3, que conducía ese coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior, en un intento de poner fin tan horroroso suplicio tuvo una idea definitiva: estampar ese coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior con todos sus ocupantes dentro. Todo estaba ya decidido pero, al llegar a la doble curva del Cucuch, lugar elegido para estampar el coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior, la señorita Y que seguía todo el rato “Chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc chucurruc” dijo las únicas palabras entendibles que se le recuerdan: “Chucurruc chucurruc...porque claro, yo en un coche con tres tíos, lo más normal es que me fo-(píííííííí)-llen”. A partir de ese momento en ese coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior se hizo un silencio sepulcral, nadie decía nada, hasta el Chucurruc chucurruc cesó dejando paso a la perplejidad y a la nada.

¿Qué cojones era eso que acabábamos de oir? ¿de verdad habíamos oido lo que creíamos haber oido? En ese momento no se oía un alma. ¿Habíamos muerto? ¿Sería la señorita Y el “fantasma de la curva” de ese ridículo programa (en aquel momento no tan ridículo) de Cuarto Milenio? ¿Estábamos muertos desde el principio, como en el “Sexto Sentido”?


De pronto, la salvación, aún sin saber cómo ni de qué manera, en ese coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior empezó a sonar la radio (no diremos qué emisora pero sí que es una radio “afirmativa”), y al instante se volvió a oir el Chucurruc chucurruc chucurruc... En ese momento el señor X1, el señor X2 y el señor X3 pudieron respirar tranquilos sabiendo que seguían entre los vivos y que todo había sido causado por el subconsciente (o el Limonchelo), y el programa ese de Cuarto Milenio volvía a ser ridículo (pero ridículo de cojones).

La radio siguió sonando, el Chucurruc chucurruc recitando y así se llegó al aparcamiento del Master, lugar donde el señor X2 y la señorita Y abandonaron el coche rojo con una gran capacidad para albergar personas en su interior, y todo quedó en una despedida hasta la mañana siguiente.


Nadie olvidará jamás esa noche y las nefastas consecuencias que pudo provocar para cierta gente, sobre todo el señor X2 sobre el que recae una terrible maldición desde aquella noche y aún anda en busca del conjuro que lo libere.

Así que, si alguien os dice algún día “Eh, anem a la Twenty”, temed, temed y echaos a temblar porque una terrible desgracia os puede estar esperando, de la que quizá no tengáis escapatoria... Esa misma que yo sí pude tener y es por lo que hoy lo puedo contar...